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miércoles, marzo 29, 2006

Sólo un saludito

Sólo he pasado por aquí para que no penséis que me he olvidado de mis lectores. El caso es que estoy enfrascado en la escritura de la historia de la que os hablé en mi anterior entrada, y al final va a ser un poco más larga de lo que pensaba. Me está gustando mucho la historia y creo que da para más de lo que en principio tenía previsto. De hecho, me estoy planteando publicarla en dos o más partes, dependiendo de cuál sea la longitud final. Espero acabarla mañana mismo, aunque viendo la hora que es, debería decir hoy y no mañana. Y para los que os estéis preguntando qué tipo de historia es, es un relato corto de ciencia-ficción.

Hasta la próxima, que espero que sea mañana (hoy) mismo.

sábado, marzo 18, 2006

La isoportable lentitud del ser... escritor

No me cansaré de decir a todo el mundo que en los últimos años he aprendido a ser más paciente y he llegado a acostumbrarme a los largos periodos de espera impuestos por los premios literarios o las comisiones de lectura de las editoriales, pero a veces, se llega a hacer un poco desesperante.

Hace poco supe que no había ganado otro de los premios literarios a los que me presenté el año pasado, por lo que puedo concluir que he hecho pleno, seis de seis. No voy a negar que en ocasiones uno llega a olvidarse de esas cosas (no en vano entre que mandas un manuscrito y se falla el concurso pasan siempre al menos seis meses), pero a veces, sobre todo cuando lo has intentado mucho y sin éxito, puede llegar a desesperar. Aunque parezca mentira, creo que en el tiempo que llevo escribiendo este blog, mis textos (aunque los que aquí he publicado son sólo una pequeña parte de lo he escrito últimamente) han sido leídos por mucha más gente que antes. De hecho, cuando uno se ha presentado a tantos premios literarios y ante tantas editoriales, acaba pensando si los manuscritos no acabarán en realidad de la misma manera que los curriculums a veces, es decir, directamente en el cubo de la basura sin que nadie los haya leído.

Supongo que tendré que seguir armado de paciencia, labor para la que ayuda mucho el hecho de divertirme escribiendo. Si esto fuera un trabajo o una obligación, es probable que ya me hubiera tirado por una ventana o a las vías del tren. Paciencia, sólo paciencia.

En estos momentos estoy escribiendo un relato corto que en breve espero tener colgado tanto en este blog como en yoescribo.com. Espero que os guste.

Nos vemos.

viernes, marzo 10, 2006

Hoy toca texto

Pues eso, que hoy toca otro texto. En este caso, es un texto que presenté hace tiempo a un concurso y que, como habitualmente, no ganó nada. Es un texto muy corto, ya que las bases especificaban claramente que debía ocupar sólo una página. Me quedé con las ganas de ampliar la historia, así que tal vez en el futuro lo haga. De momento, aquí la dejo, y espero que esta vez haya más comentarios que en el caso de las otras dos, que parecen haber caído en el olvido. Y, como siempre, espero que os guste, aunque aceptaré de buena gana cualquier crítica o ayuda.



NOVELA BARATA

Su reloj marcaba las siete de la tarde, y Andrés miró al suelo, sin terminar de creerse lo que parecía que acababa de hacer. A sus pies, yacía el cadáver de un hombre, de cuya muerte se acordaba a duras penas. Conservaba la sensación de ser el culpable, pero su mente parecía tratar de olvidarlo, y era evidente que lo estaba consiguiendo.

Hizo un esfuerzo y empezó a recordar. Todo había comenzado esa misma mañana cuando iba, como cualquier día o cualquier ciudadano, a su trabajo. Un día normal en un trabajo, de comercial de telefonía móvil, tan normal como cualquier otro, y tan anodino como el que más. Iba en el metro, con la compañía de la rubia con la que coincidía todos los días y a la que no quitaba ojo, y una de sus habituales novelas policíacas baratas, que devoraba con fruición desde los diez años mientras imaginaba que era el duro policía o el despiadado criminal protagonista. Alternaba entre páginas del libro y miradas furtivas a la rubia, convencido de que ésta hacía lo mismo, lo que le hacía sentirse tremendamente atractivo.

Todo siguió como cada día. El metro llegó a su destino, que era también el de la rubia, y salieron como siempre. Andrés estaba ya acostumbrado a la rutina, ir detrás de la rubia sin quitar ojo de su culo, otra de sus pequeñas obsesiones. Sucedía como siempre, hasta que ella se dio la vuelta. Andrés reaccionó para no acabar aplastándola, pero no pudo evitar el contacto directo. La rubia, que resultó llamarse Lucía, le agarró con fuerza de los brazos y empezó a hablar sin parar, casi sin tiempo para respirar. Le contó que era consciente de las miradas que, desde hacía meses, intercambiaban a diario en el metro. Después de eso, que llenó a Andrés de una inusitada alegría, ante el hecho de que su imposible amor platónico fuera menos imposible de lo que creía, pasó a pedirle ayuda, y no para una tontería. Afirmaba estar en peligro, perseguida por, según ella, un esbirro a sueldo de su ex novio, un hombre violento con el que no había quedado como amiga tras la ruptura. Andrés asistió a la explicación como vaca mirando pasar el tren, con cara de tonto y asintiendo como si se enterara de todo. Entre que la mujer de sus sueños le hablaba, y se sentía como el protagonista de una de sus novelas baratas, estaba en la gloria, flotando en una nube.

Su reloj marcaba las ocho de la noche y él ya no flotaba. A sus pies, yacía el cadáver de un hombre, de cuya muerte se acordaba a duras penas. Recordaba a una mujer rubia. A lo lejos, oía un coche de policía.

sábado, marzo 04, 2006

Una nueva reflexión

Buenas tardes a todos.

Como otras tantas veces, he decidido hacer un alto en la escritura para escribir algo en el blog. Hay que ver qué frase más ilógica me ha quedado: dejar de escribir para escribir.

Desvaríos aparte, me apetecía compartir con el mundo una reflexión que hace tiempo que me ronda la cabeza, desde que decidí lanzarme al mundo de la escritura creativa, aunque, aunque entonces no sabía si iba a ser sólo para mi propio disfrute o iba a compartir con el mundo.

Siempre he leído bastante, y desde que yo mismo quise empezar a escribir, empecé también a leer mucho más de lo que hay online, publicado por gente que comparte sus historias de forma desinteresada en multitud de portales destinados al efecto o en páginas personales, como podría ser este blog desde el que os saludo de vez en cuando. El caso es que, leyendo todas esas páginas, siempre me viene a la cabeza la misma pregunta: ¿cómo puede haber tanto talento oculto sin que nadie repare en él?

Mucha gente comparte, como ya he comentado, sus textos de forma desinteresada, pero hay muchos otros autores desconocidos que podrían sacar los colores a muchos de los más asentados, que en muchos casos lo son porque venden más, no porque escriban textos mejores o más interesantes. De hecho, no hace falta más que ir a cualquier librería, buscar el best seller de turno y ver cómo el nombre del autor se imprime en una letra tres o cuatro veces mayor que el título.

No quiero que esto parezca una simple reivindicación gratuita, pero no puedo dejar de hacer el comentario. No voy a decir que yo sea mejor o peor que los habituales vendedores de best sellers, ni voy a opinar sobre qué portal literario es mejor que los demás, pero, sabiendo que Internet ofrece la posibilidad de difundir la cultura de forma fácil, ¿por qué no la aprovechamos? Hablando de estos temas con otra gente y leyendo diversos artículos, siempre he oído las mismas frases: "La literatura es un negocio"; "Hay que buscar también la rentabilidad". Si esto es cierto (que no digo que no lo sea, pero no deja de ser triste), ¿por qué ni siquiera las editoriales pequeñas tratan de aprovechar Internet? Internet es el perfecto agente literario: llega a todo el mundo, a todos los editores de todos los países, y no se queda con un porcentaje de las ganancias de nadie. Siendo así, sigo sin entender cómo es posible que sólo un puñado de los autores que publican en Internet, acabe viendo sus obras en papel. No nos vamos a engañar, está claro que todos preferimos leer en papel antes que en una pantalla de ordenador, y, por mucha tecnología que nos rodee, nada hay más bonito que ver en papel y tapa dura esas historias que habías imaginado en tu cabeza.

Y, por favor, que nadie me hable de la autoedición, que es la respuesta fácil a las preguntas que planteo. No podéis ni imaginar la cantidad de "editorzuelos" que hay por ahí fuera vendiendo contratos de autoedición camuflados. Pero eso es otra historia, que, de hecho, ya os conté hace poco.

P.D.: Gracias a los que me estáis visitando (al final he optado por el contador de visitas, que funciona muy bien), pero me gustaría pediros un pequeño favor: aparte de ver si alguien me visita o no, agradecería si también comentarías lo dos relatos que he dejado en el blog últimamente. Una de mis motivaciones para emprender esta labor fue dar a conocer las cosas que escribo, pero de poco me sirve si nadie las comenta. Y por supuesto, si tenéis que darme caña y criticarme, hacedlo. Una vez más, gracas a todos